
Lo vi varias veces, siempre caminando por la Avenida Boedo desde México a Independencia, por la vereda de la zapatería La Princesa. Con escasos 1,50 m. calculo, muy pequeño, siempre con sobretodo; cualquiera fuera la temperatura, sobretodo gris oscuro, larguísimo, no se lo pisaba por escasos centímetros. Muy mayor, más de 80 años probablemente, caminaba rapidito, pasos cortos, una carrerita, para poder seguirle el ritmo yo tenía que apurar el paso. Augusto Campodónico, caminaba encorvado, casi en un ángulo de 90 grados, levantando la cabeza para poder mirar hacia adelante; siempre sonriente, con los brazitos detrás, caminando ligerito; zapatos con cordones como debería ser, a veces un sombrerito. Llegaba a la Avenida Independencia, frenaba de golpe y para mirar si podía cruzar, no sólo se erguía sino que casi formaba un ángulo de 90 grados, pero para el otro lado! El lecherito de Pérez y Venezuela era igual de encorvado, pero una cosa normal, hacia un sólo lado, además era entendible, tenía su justificación, había empujado un carrito más de 50 años repartiendo leche por todo el barrio. Pero Don Augusto? Se lo veía caminar ciertas tardecitas hacia la zona de billares, detener la carrerita, siempre encorvado y flap! 90 grados para el otro lado; ni entre los artistas de la troup del Gran Circo de los Hermanos Kaminsky lograron emularlo, ni el gran Oreste Conti lo logró.

Es posible que fuera cartilaginoso, que tuviera una malformación congénita o fuera un caprichoso. Me inclino por esta última idea.