MENSAJE AL VECINO

En algún momento entre el Viernes y el Domingo de cada semana se actualiza el blog (inclusive hasta dos veces).

Si pincha las fotos o dibujos los podrá ver más grandes.

Si tiene datos que enriquezcan las antiguas anécdotas del Barrio aqui contadas, no dude en agregarlos en los comentarios.

Estamos investigando la forma de subir el aroma de los tilos de la avenida Boedo entre San Ignacio y Humberto Primo en una tardecita de comiezos del Verano a este humilde blog,
esté atento, gracias.

La gerencia.

sábado, 1 de agosto de 2009

Panchito, un elegido del fulbo


-Papá, yo no quiero ir a Italia.
Le dijo Panchito a su padre el primer día que pisó una canchita de fútbol.
Camisa del ciclón a botones, pantaloncito blanco con dos lineas laterales rojas y azules, botines sacachispa. Con el pelo amarillo y la boca llena de dientes, era un pibito lindo, le encantaba jugar a la pelota con sus primos en la terraza de su casa. Con 5 años, era redondito, todo le quedaba grande, menos el destino de grandeza.
Quizás ya presentía el destino de elegido, de tocado por la varita mágica del Dios del fúlbo argentino para ser otra estrella que triunfaría en Europa.
Empezó a hacer sus primeras gambetas en la canchita del Martín Fierro, debajo de la autopista en Cochabamba y Boedo. En los primeros partiditos deslumbró a todos. Al cuarto ya le dieron la camiseta número 10 y no se la sacaría nunca más durante su carrera jugando a la pelota. Tenía algo distinto, como tuvieron Maradona y más tarde Messi. Todo lo hacía naturalmente y bien. Siempre con un gesto taciturno: jugaba como viendo venir un destino ineludible.
A los ocho ya lo venían a ver de otros barrios. Pisaba la pelota, tiraba un caño, era jugador de cabeza levantada; hacía muchos goles pero hacía hacer un montón más. Durante años sacó a su equipo campeón de las ligas de la ciudad.
Cuando tenía 10 años, a un partido en la canchita llegó un auto muy caro: un hombre que hablaba por celular en una lengua extraña (ruso?), traje de corte italiano y guardaespaldas.
A Panchito se lo veía cada día más preocupado. Y cada día jugaba mejor. Rabonas, bicicletas, pegada con tres dedos al ángulo, a cobrar. Zurdo para colmo. Pero despues de cada gol que hacía o de un pase imposible que le ponía al 9, siempre lo miraba medio preocupado al padre.
Panchito hacía goles. Sus padres hacía gastos a futuro.
Soñaban con un palacio en Milán.
A los doce años se lo llevaron a San Lorenzo, la televisión española le hizo notas al padre y Kusturica lo estuvo filmando.
Panchito le empezó a pegar con la derecha también y casi que lo hacía mejor que con la otra.
A los 14 años debutó en primera. 3-0 a Huracán en el Gasómetro; un pase de gol y dos propios, La hinchada de San Lorenzo deliraba!
Maradona en persona fue a verlo a un entrenamiento.
Los periodistas de los 300 programas de futbol que había en la radios esperaban que de un momento a otro se le diera el pase al Barcelona, al Milan o el Inter.
Y el pase llegó.
_Continuará